Laberintos

Todos somos en algún sentido, andantes peregrinos, buscadores de sueños, forjadores de espíritus y aventureros de lo desconocido;  y así frecuentemente deambulamos a ciegas, movidos solo con el impulso de construir esos sueños que tanto anhelamos. 

Sin embargo, en algún punto de esa búsqueda, nuestro ímpetu, ansioso y despreocupado, nos hace sumergirnos en inciertos laberintos.

Construcciones arquitectónicas intrincadas, llenas de caminos sin retornos y apariencias inexactas.

buscamos la salida, pero no siempre la encontramos.

Entonces nos invade el temor y el primogénito ímpetu que ha movilizado nuestro andar, se detiene, dudamos.

Y precisamente en la duda, yace expectante y presta a actuar, la desconfianza.Vacilamos y replanteamos metas, incluso llegamos a interrogarnos si, al final vale la pena nuestros sueños.

Estimo desacertado este proceder. Los sueños se alimentan de esperanza y la esperanza es el motor invisible del alma, la cuerda que hace que nunca se detenga, algo que nunca debemos olvidar, mas allá de todo laberinto sea el que nos construyen o el que creamos nosotros mismos, sin saber por qué.

Claudiogia