Así como la soledad del alma es ese compañero silencioso que nada pide a cambio, que brinda ese abrazo invisible y tan necesario a veces, que escucha nuestras tristezas y entiende nuestros miedos, también es aquel que impide que otros transformen esas necesidades en algo real.
A veces es mejor detenerse y no dejarse caer en sus brazos somnolientos, pensando en un instante en todas aquellas cosas que valen la pena y sin embargo dejamos volar para que otros aprovechen su cantar.
Claudiogia
Claudiogia
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