La ceguera que crea nuestro enojo, esa que anida en nuestros corazones, nos impide pararnos en la vereda de enfrente para ver lo que nos pasa y para vernos a nosotros mismos con el espejo del otro. Cuando podamos parar y empezar a resolver nuestros propios desaciertos y equivocaciones, vamos a seguir andando pero por otros caminos que nos den más libertad para ser y más esperanza para creer.Claudiogia
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