Amando, amèmonos

Armémonos en el océano de los enojos,

Armémonos en las tempestades de las discusiones,

Armémonos en las tristezas y en las alegrías,

Armémonos cuando existe distancia,

que no es distancia para el alma presta;

y armémonos en la puesta repentina del sol,

que celoso se esconde al vernos.

Armémonos cuando cae la dulce lágrima del recuerdo,

que es lágrima pero no nos duele;

y armémonos cuando nos sorprende el silencio

y parecen dialogar los corazones con tu nombre.

Armémonos en el abrazo sagrado, de nuestros labios,

que es un beso sin tiempo;

y armémonos cuando nuestras miradas se iluminan

y suena fuerte el 'te amo' nuestro.

Armémonos, amor, con este amor que es tan nuestro,

que no sabe de rencores, ni distancia, ni tiempo.

Armémonos amor, porque es difícil aceptar los caracteres,

que no son tan fuertes como el sentimiento.

Armémonos desde la serenidad de nuestras almas,

Sin orgullo, con un perdón, sincero,

Cuando es el corazón quien dice: lo siento…

Armémonos como nos amamos, porque somos uno,

Por ese egoísmo tonto que nos nubla el sentido,

y armémonos para no llorar un amor perdido.

Armémonos, con todo el ímpetu, 

Con toda la pasión del espíritu,

Contra los nubarrones del destino,

Armémonos amor, siempre hasta el fin,

Hasta que el día sea noche,

Hasta que la voz deje de escucharse,

Y hasta que el corazón deje de latir.

Y cuan penumbra que muere en el ocaso;

yo seré tus huellas, tú serás mis pasos.

Y seremos como pasto bañado de rocío

y seremos la rivera del más angosto río,

pues si muere una orilla ha de morir la otra,

como muere en cautiverio, la más hermosa gaviota.